Publicado el 20/02/2020 en SerIndustria
Marcos Zocaro
Límite al costo de las tarjetas
En la tarde del miércoles, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) aprobó dos importantes disposiciones con el objetivo de reactivar el consumo. Por un lado, estableció el tope de 55% nominal anual a la tasa de interés que cobran las tarjetas de crédito para financiar compras (Comunicación A6911); y por otro lado, congeló por 180 días hábiles las comisiones que las entidades financieras cobran por los diferentes servicios (Comunicación A6912).
De esta forma, se pretende alivianar el costo que soportan los usuarios de tarjetas de crédito y así fomentar el retraído consumo.
Por ejemplo, el Banco Nación ya anunció que desde marzo reducirá la tasa de interés que cobra para financiar las compras con tarjetas del 67% al 49% nominal, quedando el costo financiero total (intereses más gastos) en valores inferiores al 80%.
Paralelamente a estas medidas adoptadas por el BCRA, legisladores oficialistas han presentado en el Congreso un proyecto de reforma de la Ley de tarjetas de crédito n° 25.065. Proponen implementar también un tope para las tasas de interés que cobran las tarjetas de crédito: en este caso, la tasa no podría superar a la de referencia establecida por el Banco Central, la cual será la correspondiente a las LELIQ o la tasa que el BCRA determine como Tasa de Política Monetaria.
La tasa de las LELIQ sigue bajando
En un miércoles muy movido, la Autoridad Monetaria también disminuyó la tasa de las LELIQ, llevándola del 44% al 40% nominal anual. Recordemos que hace apenas 2 meses la tasa se ubicaba en 63%.
Si bien con este combo de medidas se busca impulsar el consumo y reactivar el crédito productivo, en el contexto actual de la economía argentina, la rápida disminución de la tasa de interés no está exenta de riesgos: la inflación continúa en niveles elevados y las tasas reales podrían quedar en terreno negativo, fomentando que los inversores se desprendan de los pesos y busquen dolarizar sus carteras, presionando así la cotización de la moneda estadounidense. Y todo esto teñido de incertidumbre por el futuro de la deuda soberana argentina.
El equilibrio es bastante frágil y exige la máxima prudencia por parte del Banco Central.